Sobre sus hombros cargó canastos de mercado en Paloquemao y Corabastos, impulsó carretas con frutas por las calles de su natal Bogotá, ayudó a cultivar mora en una fanegada familiar en Fusagasugá, deseó ser soldado del Ejército Nacional pero solo estuvo cuatro meses, estuvo en vela por varias noches pues trabajó en seguridad privada y quiso ser un empresario al estudiar tecnología de alimentos, sin embargo, de aquellas experiencias solo queda el bello recuerdo y un aprendizaje que ahora Gabriel Beltrán Leguizamón reconoce como parte de un proceso para formar su carácter y llegar a un camino espiritual que dice, le ha dado la oportunidad de construir un proyecto de vida con valores y principios.
Gabriel, un hombre de sempiterna sonrisa, no ha parado de reír a pesar de los golpes del diario vivir, es el mayor de seis hermanos y el hijo de Gabriel y Ana. Nacido en la fría Bogotá en 1978, tuvo diversas dificultades durante su infancia y adolescencia, las cuales fueron pruebas que casi le truncan su propósito de estudiar, no obstante con el negocio familiar, un puesto de mora y otras frutas en Paloquemao, sus padres le brindaron la educación básica y el bachillerato.
“Yo viví en el sur de Bogotá y trabajé con mi familia en las centrales de Abasto. Ahí aprendí el negocio de los alimentos perecederos y quise montar, luego de estudiar una tecnología en Cide, una despulpadora, pero no prosperó”, recordó Gabriel, para quien el inicio de su historia fue cuando un amigo lo invitó a hacer parte de un colectivo en el que se le enseña a la persona que “la política se puede hacer con valores y que puede generar renovación… Eso es MIRA”.
Gabriel es de aquel grupo de miraístas que salió a las calles a recoger firmas y al lado del hoy Presidente del Partido Político, Carlos Eduardo Guevara, estuvo en esos primeros pasos que llevaron a obtener la personería jurídica a MIRA y poder presentarse en las elecciones regionales en 2000, en las que la colectividad logró escaños en el Concejo de Bogotá, con Carlos Alberto Baena y en la Asamblea del Quindío con Bernardo Valencia. “Yo hacía parte de Juventudes MIRA junto con Carlos Eduardo. Esas curules en nuestra primera campaña nos llenó de alegría y motivación, y entendimos que podíamos aportarle al país desde el partido valorando la vida, la naturaleza, respetando al otro”, manifestó Beltrán.
En ese camino, que hoy resalta este abogado, especialista en resolución de conflictos, ha encontrado grandes amigos y una familia, desde donde direcciona sus esfuerzos para ayudarle a los demás. “En ese proyecto de vida que es el MIRA supe qué quería estudiar y se abrieron todas las puertas, porque lo imposible es real y recibí sin esperarlo una beca para estudiar derecho en la Universidad Manuela Beltrán”, evocó Gabriel, que con júbilo es agradecido: “Quiero darle gracias a Dios porque me ha dado todo, me dio la oportunidad, me dio un camino, una gran esposa, Gina, y unas hermosas hijas, Gina Isabela y Sara Sofía, además de ser parte de una institución que trabaja por el servicio… Y me dio la fortuna de disfrutar de una tierra que hace siete años me acogió, el Quindío, y desde donde quiero seguir ayudando”, expresó.
Apasionado por la natación, la música; asiduo lector de temas políticos y de marketing; excandidato a las Asambleas de Cundinamarca y Quindío, exaspirante a la Cámara de Representantes y un hombre que cultiva su espiritualidad y quien disfruta de su familia, amigos y de una excelente taza de café, Gabriel anhela seguir el camino trazado y enseñar lo que ha aprendido a las nuevas generaciones, porque para él lo que se está haciendo en el Partido Político MIRA no es por unos meses o unos años, sino que se extenderá en el tiempo, por eso invita a que los niños, jóvenes y demás militancia miraísta se prepare, no solo intelectualmente sino espiritualmente, para contribuir a protagonizar las transformaciones que necesita Colombia y la sociedad.