Para quien no conozca la historia, al escuchar que Nayorvi Ramírez hace parte de los “esposos líderes” de Putumayo, la afirmación puede considerarla como exagerada, pero lejos está de la realidad.
Partió al lado de su esposo William Ramírez, de su Doncello, Caquetá, en 2004, luego de ser amenazada. Arribó a Mocoa, Putumayo, sin mayores elementos personales, solo de la mano de un ser, a quien no han dejado de agradecer: Dios. Allá dejaron su vida y Nayorvi a sus padres Virgelina Ortiz Camacho, una carismática maestra, y a Pedro Joaquín Ramírez, quienes permanecen en su tierra y que son activos líderes miraístas.
“Soy campesina, hija de campesinos a mucho honor. Mis padres viven en Doncello., mi madre es maestra, y mi padre su compañía. Son adultos mayores, pero unos grandes líderes miraístas en Caquetá.
Encabezan la comunidad donde laboran para apoyar a MIRA. Un gran ejemplo de amor por el partido y por las cosas de Dios”, enfatizó esta mujer que hoy es diputada de Putumayo y quien alcanzó la mayor votación en la historia del departamento para esta corporación en 2015.
La jovial Naryovi nunca pensó en tener oportunidades. Tocó a la puerta del Partido MIRA en 2003 en Florencia, Caquetá, pues la vida la encaminó a una sede buscando ayuda. “Allí me encontré con el secretario de la sede en Florencia, que era William Ramírez, hoy mi esposo. Él me recibió y me indicó todo el trabajo… Ese mismo día conocí a Dios”, relató la corporada.
Esta mujer, la tercera de cuatro hermanos, conoce de cerca lo que es ser desplazada de la violencia. Todos, excepto sus padres, han salido de su natal territorio como víctimas. Con sacrificio se graduó del bachillerato, mientras hacía los quehaceres de un familiar, pues tuvo que dejar la vereda y la finca de sus padres, para ir al colegio en Doncello. “Desde los 12 años trabajé en el comercio con un familiar que tenía una tienda en el pueblo, Doncello… Le ayudaba en los quehaceres y de vendedora a cambio de hospedaje, alimento y lo que necesitara para mi estudio de secundaria, así terminé el bachillerato en 1999”, contó la diputada, con su corazón inquieto por la alegría.
No se sonroja al decir que proviene de una familia campesina y humilde, pues aún lo es, a pesar de su escaño como diputada en Putumayo. Se emociona porque este 4 de abril se graduará como contadora pública en el Politécnico Gran Colombiano, modalidad virtual, y porque según ella, Dios le dio el triunfo de ser diputada. “Ese logro marcó mi vida, porque terminé con esta dignidad mi carrera y además me sacó a la luz”.
En MIRA aprendió peluquería y a comprender que la política se hace sin buscar retribución alguna. Hoy es una líder que se entrega por las víctimas de la violencia y quien es consultada por varias personas y organizaciones para construir estrategias que ayuden a esta población.
Aunque reconoce que llegó por cosas de Dios a la Asamblea de Putumayo, no desconoce que la gente la aceptó y la rodeó. “Dios dio el triunfo, soy la diputada más votada en Putumayo en su historia, casi 7.000 votos y quien me siguió tuvo 3.000 y algo. Recibí mucho apoyo del Partido y de la gente”, expresó.
Esta es la historia de una mujer que fue desplazada de la violencia, quien llegó a Mocoa a vender tamales y lechona, y quien con una gran sonrisa confiesa que antes no se sentía capaz de nada, menos de pararse frente a un público o debatir en el recinto de una duma, pero que ahora con emoción se presenta como diputada e invita a su esposo William a que se ubique a su lado, porque ella con seguridad proclama que son los ‘esposos líderes’ del Putumayo.