Las primeras semanas de gestión del Presidente de los Estados Unidos Donald Trump, han llamado la atención mundial a causa de la naturaleza y el tono de sus decisiones. Una entre ellas, fue el anuncio de eliminar la “prohibición” de expresar el parecer político, que actualmente pesa en ese país sobre líderes de organizaciones sin ánimo de lucro, incluidas las Iglesias. Trae así, de nuevo, a primera fila, una discusión siempre presente.
Sin embargo, más allá de la posibilidad de hablar libremente de estos temas frente a una comunidad respecto de la cual se tiene liderazgo, hay que poner los ojos en lo que realmente es el debate de fondo: Una sociedad que reclama en alta voz, la presencia de comportamientos políticos virtuosos entre sus representantes.
Desde este espacio, en varias ocasiones hemos señalado cómo en múltiples direcciones, un correcto entendimiento entre el sentimiento religioso y los escenarios de poder político, se encuentra en capacidad de irradiar valores y virtudes, dando el primer lugar al bien común y rechazando los privilegios irregularmente concedidos a favor de intereses particulares.
Hablar de religión y política no puede quedarse solamente en si “será posible incidir o no, en un resultado electoral específico”. Ver la cuestión sólo desde este ángulo tan cerrado, es verdaderamente superficial; toda vez que cada persona posee y ejerce con autonomía su libre albedrío, tanto al momento de votar, como al tomar cualquier otra decisión.
Es necesario transitar hacia lo fundamental, sabiendo que es posible rescatar la importancia del Comportamiento Virtuoso en la política y en todos los demás aspectos de la vida pública y privada.
El fenómeno de la corrupción, que una vez más es foco de atención nacional y que de no existir, evitaría reformas tributarias o generaría ingresos muy cuantiosos en beneficio de Colombia, como lo han revelado varios estudios, da razones suficientes para insistir en que la religión puede permear positivamente cualquier ámbito de la vida del ser y de la sociedad.
Sólo si desde el interior del individuo surge con ánimo voluntario la Convivencia con Respeto; si se otorga el lugar que corresponde a aquello que es de todos; si se comprende la trascendencia de la causa común por encima de las aspiraciones personales; el ser podría dejar a un lado la ambición, aquel deseo ardiente de conseguir… poder, riquezas, dignidades o fama, que corrompe el camino, por más bondadoso que sea.
Columna publicada en el diario impreso:
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