Convivencia con respeto

Por Diegodiego_felipe_rodriguez Felipe Rodríguez

Estudiante de Sociología

Sin discriminación, una vida libre de violencia

Se acaba el mes de las estadísticas y el prime time donde los protagonistas siempre son los esfuerzos por la equidad, las proclamas en contra de la discriminación y una vida libre de violencias.

 

Conocí a un grupo de mujeres agredidas con ácido que de entrada me impactaron, y no por sus marcas, me caló muy adentro su ejemplo de vida, como marcándome; pensé.

Pero no era la novedad de algo que no conocía, se trataba de la realidad recordándome su verdadero rostro, no el de ellas, sino el de la indiferencia en un mar de caras.

Reconocer un problema en una sociedad que hasta entonces había evitado el tema era otra historia navegante en ese mar luchando para no hundirse. También conocí esa historia: Voces dibujando una estela de sin sabores; edulcorantes del tiempo y el espacio exigiendo sus derechos.

¿Por qué tendrían que hacerlo? Volví a pensar.

Y Aun sin la necesidad política común, el 10 de noviembre de 2011 se aprueba la ley contra la discriminación que aporta para corregir y reconocer lo que somos.

En el concejo de la ciudad cuando se habló de agresiones con ácido hubo colores, el proyecto de acuerdo para regular la venta de sustancias químicas abrió apenas una ventana hacia la justicia. En el Congreso reposa el proyecto de ley para penalizar estas agresiones.

Este mes ví cómo, en un campo donde brotan flores marchitas, la vida se adorna de esperanza; cómo a pesar de la fuerza, estas mujeres y hombres no permiten agredir sus corazones. Nunca pudieron quitarles su voluntad.

Resulta curioso que en este ambiente de amarillismos, y fuerzas más complejas, aún podamos hilar las mismas historias en otro lenguaje; lo que equivale a redefinir los significados de palabras como justicia y equidad.

En la coyuntura política la ley antidiscriminación se ha extendido a gays y lesbianas, quienes también sufren los efectos omnipresentes del estigma institucionalizado; como los grupos racializados y mujeres a quienes se trivializa, cosifica sexualmente y se les falta al respeto de mil maneras; por lo que las luchas sociales, parece, se van integrando cada ves más en el mismo propósito: Vivir dignamente.